Río de Janeiro —como otras ciudades olímpicas— no ha sido capaz de superar algunos de los clásicos efectos colaterales de ser sede olímpica como malos cálculos a la hora de hacer presupuestos, violación a los derechos humanos y problemas de gentrificación forzada, entre otros.
En medio de la euforia por el inicio de los juegos, los medios han empezaron a reportar sobre escándalos de desalojos forzados de familias pobres de casas ubicados cerca del Parque Olímpico. Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado la problemática y han advertido sobre los abusos de las autoridades locales y federales brasileñas para resolverlos.
Luiz Claudio Da Silva y uno de los muros que se mantuvieron en pie en Vila Autódromo tras la remoción de más de 600 familias para dar paso a las obras de la Villa Olímpica .Según Theresa Williamson, urbanista y Directora Ejecutiva de la ONG Comunidades Catalizadoras y editora de Rio On Watch , esta organización ha registrado el desalojo de más de 70 mil personas de sus hogares por causa de las obras de construcción de infraestructura olímpica, de una forma u otra.
Un caso emblemático ocurrió en Vila Autódromo , una comunidad ubicada en el flanco noroccidental del Parque Olímpico, lugar donde se realiza la mayoría eventos de los juegos.
La Vila Autódromo se fundó en los años setenta como una comunidad de pescadores adjunta a una de las áreas más adineradas de la ciudad: Barra da Tijuca. Ahora, tras dos años de demoliciones llevadas a cabo por el propio municipio de Río, 20 familias —de 700 originales— mantienen residencia ahí.
Una pareja emblemática de Vila Autódromo es María da Penha y su esposo Luiz Claudio da Silva, un profesor de educación física de 53 años que nunca olvidará el 12 de octubre de 2009, fecha en que se anunció a Río como sede olímpica.
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Este es su relato en primera persona sobre los hechos.
“El 2 de octubre de 2009 estaba dando clases en un gimnasio en la Rocinha y como todo mundo esperaba el resultado. En realidad yo apoyaba la candidatura de Madrid porque vivo en Vila Autódromo y sabía que nuestras vidas serían un infierno con la designación. Cuando oí las palabras «Río de Janeiro» me quedé helado y dije frente a los alumnos: Fudeu! (se jodió).
Mi familia vive en Vila Autódromo desde el 9 de junio de 1994. Las personas se enteran ahora por las olimpiadas pero aquí estamos en conflicto con el municipio desde hace más de 20 años, así que la lucha es antigua.
La Vila Autódromo en 2014 cuando iniciaron los desalojos
| Fotos: Reprodución Página Oficial Vila Autódromo
Es impresionante pensar que desde esos años nosotros ya vivíamos con amenazas desde el municipio de que seríamos desplazados pues en 1992 el actual alcalde de Río era sub-alcalde del Barra Jacarepaguá (donde está Vila Autódromo) ya se encargaba de llevar adelante desalojos a través de contratistas privados bajo supervisión de César Maia, el hombre que colocó a Paes en ese puesto.
Los problemas realmente graves empezaron en 2013 cuando comenzaron las visitas diarias de funcionarios de la alcaldía. Salíamos a hacer nuestras actividades diarias por la ciudad y cuando regresábamos encontrábamos grupos de cinco o seis personas en nombre del municipio con recados de terror: o aceptábamos una relocalización o lo perdíamos todo.
La razón técnica del municipio era que la Vila debía ser removida porque violaba el perímetro de seguridad que el COI demandaba en los alrededores del Parque Olímpico. Así, la propuesta inicial era formar parte del programa del gobierno Mi Casa Mi Vida, una relocalización a otras partes de la ciudad, muchas veces muy alejadas de la Vila Autódromo. No aceptamos participar porque no estamos locos. Las autoridades nos han mentido toda la vida y simplemente no confiamos. Foto: Reproducción Página Oficial Vila Autódromo
La estrategia de las visitas fue clara desde el principio: dividir y plantar discordia entre familiares y vecinos. Hubo muchos conflictos entre familias, porque el hombre llegaba por la noche del trabajo y la mujer estaba muy asustada tras la visita de los funcionarios. Venían varias veces al día y sembraban diferencias dentro de las familias con versiones contradictorias. Algunas parejas incluso se separaron por desavenencias y confusiones.
Nos amenazaban con cortar la electricidad. Personal de la empresa Light llegaba con oficios del municipio para autorizar el corte así que teníamos que rogar a los funcionarios que bajen de las escaleras cuando estaban listos para cortar.
Actuábamos en grupo y apenas veíamos que algo así ocurría, salíamos unidos a reclamar. No hubo agresiones de nuestra parte pero íbamos firmes. Veíamos que eran solo trabajadores (…) a veces nos entendían, nos daban la razón y no cortaban.
Tuvimos muchos problemas con el agua. Elementos de la empresa Construcap Copasa rompían algunas tuberías en la construcción de un canal y nos quedábamos sin agua. Les solicitamos muchas veces que tengan cuidado pero seguía ocurriendo, era deliberado.
Ante la resistencia que ejercíamos, aceptamos el desafío que nos planteó el municipio: si éramos capaces de proponer un proyecto que viabilice la urbanización ordenada de la Vila Autódromo sin entrar en conflicto con el Parque Olímpico, las autoridades lo analizarían. Subestimaron nuestra capacidad de organización y fuimos en busca de ayuda.
Luiz Claudio da Silva (camiseta blanca) junto a otros habitantes impiden la invasión por parte de la Policía Militar. | Foto: Reproducción Página Oficial Vila Autódromo.
Conseguimos apoyo de grupos de investigación de dos universidades, la Universidad Federal Fluminense UFF y la Universidad Federal de Río de Janeiro UFRJ y en 2014-2015 hicimos el Plan Popular Vila Autódromo.
La Vila entera fue mapeada por técnicos de esas universidades con ayuda de la comunidad y vimos que al menos 82 casas estaban a menos de 25 metros del borde de la laguna, lo que contradice la legislación urbana. Por ley debíamos retroceder al menos esa cantidad de metros del borde de la laguna.
Con el Plan Popular pensábamos reubicar a esas 82 familias en la comunidad en edificaciones de tres pisos. A medida que las familias iban saliendo forzadamente, increíblemente las universidades readaptaban el plan, que llegó a una sexta edición, siempre tratando de atender la realidad del momento. Cuando terminamos lo llevamos a las autoridades y nos dijeron que tendríamos una respuesta en 40 días. Hasta hoy no hemos tenido respuesta.
Lo más curiosos es que con Carlos Weiner de la UFRJ a la cabeza, el plan entró en un concurso internacional de urbanismo organizado por el Deutsche Bank. Ganamos y obtuvimos el primer premio de 100 mil dólares tras competir con otros 170 proyectos de la región metropolitana de Río.
“Las familias que no querían salir eran amedrentadas. Fue una estrategia de asfixia y opresión. ”
— Luiz Claudio da Silva
En acuerdo con Weiner decidimos donar una parte del premio al segundo lugar, un proyecto de la Favela da Marê. Sin embargo, esos 100 mil dólares están intactos por las incertezas sobre nuestro futuro en Vila Autódromo. Pensábamos usarlo para mejorar la comunidad pero por ahora, está en el banco.
Poco a poco las autoridades fueron ganando y tras un tiempo 232 familias que salieron tras la primera tanda. Salieron por terror a coerción psicológica. Algunas aceptaron entrar en Mi Casa Mi Vida, otras recibieron valores pírricos por sus casas y de otras no supimos nada más.
Las familias que no querían salir eran amedrentadas. Los trabajadores dejaban escombros al lado de sus casas, lo que acababa como tiradero de basura y punto de suciedad y enfermedades. Y se quedaba así por semanas. Llegaron a cortarnos el servicio de recolección de basura y de correspondencia.
La Vila Autódromo se convirtió en un botadero de obras con camiones, tractores, perforaciones de suelo, etc. Fue una locura. El polvo fue un gran aliado del poder público, era demasiado y entraba en las casas de manera absurda mientras los tractores sacudían las casas a su paso. Fue una estrategia de asfixia y opresión a la comunidad fundada en violencia y cobardía.
Tras mucha lucha, quedamos 20 familias decididas a no salir, lo que finalmente llevó a un nuevo set de negociaciones. Exigimos que si quieren reubicarnos tenía que ser aquí mismo. El municipio ofreció la construcción de pequeñas casas para las familias con servicios básicos. Mientras se construían las autoridades nos ofrecieron pequeñas casitas de madera, pero no aceptamos. Luego ofrecieron conteiners temporales.
Maria Da Penha y Luiz Claudio Da Silva junto a su familia dentro del container asignado.
Las familias que logramos aguantar el amedrentamiento y las amenazas acabamos con casas propias. En la recta final se apuraron mucho porque querían que nos traslademos a las casas nuevas para poder demoler todo lo antiguo y contar con un paisaje limpio para cuando la prensa y atletas vean por las ventanas y por encima de las cercas desde el Parque Olímpico. No saben que esto fue un terreno de masacre, de opresión, de terrorismo. Esa es la hipocresía de la política hacia el pobre.Ahora queremos hacer un mural para contar en fases la historia de lo que ocurrió aquí en Vila Autódromo que se mantenga en pie para recordar nuestra existencia en esta parte del mundo.