En años recientes la popularidad del cannabis en Ecuador ha ofrecido resultados interesantes a emprendedores, pequeños importadores y comerciantes del sector.
La oferta de productos y servicios en la industria cannábica está en crecimiento y las señales de oportunidad están en los nuevos negocios —mucho de ellos con fuerte presencia digital— que cubren la demanda por pipas, vapeadores, bongs, papeles y filtros, así como una serie de productos cosméticos, tópicos y comestibles que van desde dulces con dosis altas de THC hasta bebidas infusionadas con cannabis.
La medición del incremento es empírica ya que en Ecuador el desarrollo del retail cannábico avanza sin algunas de las formalidades que caracterizan a otros sectores como cámaras o asociaciones de promoción de intereses. Además, muchos negocios se siguen moviendo underground en ciudades como Guayaquil o Quito ya sea como comercios de entrega de insumos a domicilio o tiendas físicas dedicadas a la venta de artículos para fumadores.
¿Cuánto dinero se mueve en este sector? Es difícil tener ese dato en parte por la cultura de secretismo e informalidad que persiste. “Calcular el tamaño del retail cannábico en el país es complicado —dice Luis Lalama de Pájaro de Fuego— a pesar de que este mercado está de moda y tiene aceptación en Ecuador”.
Para él, un negocio de retail cannábico en Ecuador, para poder sostenerse con todas las de ley, debe al menos facturar 100.000 dólares. Sin embargo, saber exactamente el tamaño del negocio y qué porcentaje de una facturación así está destinado al consumo de cannabis es imposible, pues no se pueden rastrear los usos finales de los productos.
Luis empezó hace 14 años y ha visto a comerciantes entrar y salir del medio al vaivén de los ciclos económicos del país. Negocios como ese son una muestra de lo que está pasando: hay una demanda interna que está sosteniendo comerciantes que, incluso en la presente pandemia, han probado ser resistentes al parón económico.
En el caso de Roots & Buds Growshop, tienda online de venta de insumos para cultivo, la proyección de incremento de ventas para el 2020 es de 15% respecto de 2019 cuando el emprendimiento tuvo ventas brutas de 20.000 dólares, principalmente gracias a la venta de nutrientes e iluminación, que representan el 85% del total.
“En abril y mayo pasados bajamos las ventas un 60% en cada mes y el growshop se paró un poco (…) A pesar de eso, este año nos atrevemos a proyectar ese incremento”, dice Andrés Moreno de Roots & Buds.
La cuarentena obligó a la gente a quedarse en casa y a arrancar proyectos desde allí. Muchos tienen que ver con mini cultivos de hortalizas, otros con el cultivo de cannabis. “Hace tres años nadie vendía carpas de cultivo y ahora, en plena pandemia, hay mercado y salen carpas de 1,20 x 1,20 metros por 400 dólares”, dice Andrés, quien ahora trabaja con tres personas más ensamblando kits de iluminación que pueden llegar a costar hasta 480 dólares bajo la marca propia R&B Lighting.
«Saber exactamente el tamaño del negocio y qué porcentaje de una facturación así está destinado al consumo de cannabis es imposible».
Negocios como Roots & Buds conducen sus ventas online y realizan sus entregas a domicilio sin un local físico de despacho. Pero los comercios más grandes que contratan empleados, manejan un presupuesto para marketing y pagan arriendos e impuestos de importación y deben tener un flujo de caja constante con locales de atención.
Y para hacerlo, en el retail cannábico un negocio de parafernalia está obligado a vender volúmenes grandes a precios bajos (ej. papeles a 0.65 centavos) para mantener ese flujo.
La subsistencia de los negocios cannábicos gracias a las ventas han dado un impulso a la cultura local. “De verdad pensamos que prestamos un servicio esencial en la ciudad”, dice Luis.
Esto a pesar de que el retail cannábico en Ecuador puede ser una actividad riesgosa y engorrosa, pues prácticamente todos los implementos a la venta en estas tiendas son importados desde países como Estados Unidos, Chile o India ya que en Ecuador no hay fabricantes de papeles o de vidrio soplado, material con el que se hacen la mayoría de pipas y otros instrumentos.
Y como elementos importados, el pago de impuestos y tasas especiales son inevitables, a pesar de que en Ecuador no hay una industria local de insumos cannábicos que proteger.
El avance de la cultura y las nuevas formas de consumo de cannabis no sólo han beneficiado a comerciantes e importadores. También han tenido un impacto en el desarrollo de servicios relacionados. Cannabis UIO, empresa de asesoría sobre cultivo arrancó hace un año y medio y hasta el momento han asesorado a cerca de 800 personas en talleres presenciales y online para desarrollo de cultivos cannábicos y buenas prácticas de permacultura.
Durante la pandemia, según Luis Herrera, su fundador, han organizado cuatro talleres de seis horas cada uno basados en la metodología del diplomado en cannabis medicinal de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Colombia.
“Tenemos 10 años de experiencia en cultivo y ahora que trabajamos con cannabis vemos que la demanda está ahí”, dice. Los precios de las asesorías dependen de la intención. Así, una hora de atención para cultivadores amateurs cuesta 10 dólares mientras que para personas que buscan preparar cultivos para fines comerciales el precio de un taller puede subir a 100.
Para Luis, el negocio de servicios ha mostrado ser rentable y popular. Y tienen una presencia digital fuerte para probarlo: la cuenta de Instagram del negocio cuenta ya con más de 10.9K seguidores, una cifra notable para este tipo de negocios en Ecuador.
Empresas de suplementos, bebidas y chocolates están entre los tipos de establecimientos que han dado un salto para incluir líneas de producto con cannabis como ingrediente experimental.
“Llegamos a un convenio con Pacari para trabajar en exclusividad con su manteca de cacao y así, sacar chocolates de CBD al mercado”, dice Greg Krupa, un emprendedor social estadounidense asentado en Ecuador quien junto al chef de Somos, Kevin Fietek, empezaron Mind’s Eye durante la pandemia con un capital semilla de 5.000 dólares. La marca ya fabrica y vende chocolates CBD gourmet con flores cosechadas localmente.
Pero en el país ese despegue es duro. “En Ecuador veo una sociedad conservadora y muy resistente al cambio (…) también veo muchos prejuicios basados en la ignorancia respecto al cannabis”, dice Kevin. Y esa resistencia hiere las oportunidades de desarrollo de productores locales.
“Puedo confirmarte que en Ecuador entran muchos comestibles cannábicos desde países como Estados Unidos con los riesgos del caso, pero entran y están circulando”. Y quizás nadie sabe más sobre eso que Iv3ja, pastelera cannábica recientemente radicada en Colombia desde donde fabrica y manda productos para el mercado local.
Iveja empezó a producir dulces cannábicos en Ecuador hace tres años con extractos de Apeman’s Lab. Sus bases de extracción favoritas son rosin y cristales. “Prefiero trabajar así porque puedo ser más certera con la dosis que aplico a los dulces”, dice. En el momento alto de demanda llegó a vender hasta 1.000 dólares mensuales de su catálogo de productos donde hay brownies, gomitas, chupetes, galletas y pasteles temáticos.
Al igual que Kevin, Iveja es crítica del conservadurismo ecuatoriano. “Acá en Colombia la cultura es mucho más abierta, todos fuman, todos entienden… En Ecuador la mentalidad es cavernaria, aún ven a la marihuana como una droga peligrosa”. Por su parte los 1.000 dólares que Iveja llegó a vender antes de mudarse a Colombia son ahora duplicados por Christian Morales de High Society.
Frascos de 12 gomitas con THC de 25 dólares, pasteles de 10usd y chupetes de 5 dólares le reportan al emprendimiento 2.000 dólares mensuales en ventas en menos de un año de operación. Cenas cannábicas privadas y servicio de catering son los próximos dos objetivos de la marca.
Negocios como los anteriores son pequeñas historias del desarrollo de diversas formas de consumo de cannabis. Ahora los comestibles son una parte integral de la cultura en ciertos circuitos y el atractivo que tiene entre personas que no consumen cannabis quemado está en una mayor precisión con la dosis y una sensación de menor riesgo al consumirlos.
Los comestibles pueden hacerse en una variedad de formas, casi siempre artesanalmente y pueden tener dosis medidas de cannabinoides seleccionados, aunque muchos contienen al menos una dosis básica de THC y CBD. A pesar de las discusiones sobre las oportunidades económicas que el nuevo régimen normativo del cannabis ofrece, los comestibles no han sido parte del debate.
Al momento, escuelas de entrenamiento, etiquetados claros y estandarizados y los controles de calidad de producto por una autoridad sanitaria son algunos de los temas sobre los que un debate normativo no existe.
La pandemia ha planteado un reto para miles de negocios gastronómicos de varios tamaños y ahora formas alternativas de generación de ingresos son parte de la nueva visión de algunos. La dificultad de realizar ventas y la contracción general del gasto ha colocado a empresas como Cervecería Santa Rosa en una situación de experimentación con el cannabis como ingrediente.
“Como el lúpulo es cannabáceo, pensé que la extracción y el tratamiento sería similar pero no es así en lo absoluto. Ese es un reto, hacer realidad los beneficios del CBD a través de una cerveza”, dice José Pinos de Santa Rosa. La cervecería artesanal es una de las más conocidas en el medio y plantea ya incursionar con el cannabis.
Según José han visto que existe un mercado para ese tipo de bebidas, siempre y cuando los números cuadren pues los costos de la materia prima pueden ser altos. “¿Hasta qué punto puedes vender a 5 dólares una bebida carbonatada de 330 ml porque contiene de 15 a 20 mgs de extracto de cannabis?”.
«Ese es un reto, hacer realidad los beneficios del CBD a través de una cerveza”.
— José Pinos
Dilemas similares los tiene Andrés Sánchez, dueño de Bigoté —un café de comidas saludables ubicado en Cumbayá al este de Quito— quien está trabajando con bebida de guayusa con dosificaciones de 10, 20 y 50 ml por botella, modificaciones cannábicas de su línea de guayusas Famosa.
“Hago el producto con extracto de CBD que compro a un laboratorio y manejo dosis individuales por botella (…) luego mando el producto de vuelta al laboratorio para determinar si la dosis que ofrezco es real y registrar cuánto varía si fuese del caso”.
Por ahora Andrés solo distribuye botellas en círculos de confianza mientras registra sus resultados previo a un futuro cuando pueda comercializar su producto.
La promesa de una participación mayor en el comercio cannábico y el mejoramiento de nuevas formas de consumo han abierto espacios de oportunidad para emprendedores y sobre todo consumidores de diverso perfil económico, social y demográfico para quienes la oferta está cada vez mejor segmentada.
Entre más opciones y formatos para consumir existan en el mercado, más gente estará dispuesta a consumir cannabis.
Asimismo nuevos públicos antes ajenos a la planta ven una oportunidad de acercamiento a través de productos como shampoos, cremas, postres, geles y aceites, entre otros. Diana Arteaga es fotógrafa y activista fundadora de Verde Raíz. Ahí aplica lo aprendido durante 10 años para hacer shampoos con cannabis para distribuir a clientes cansados de productos en masa y que buscan opciones con cannabis.
Por ejemplo, ahora Verde Raíz atiende a clientes con problemas de salud capilar como caspa o caída con shampoo con extracto de cannabis. “El cannabis es un tema muy serio y el olvido en el que operamos, sin regulación y sin control, lastima la salud de la gente que quiere acceder pero tiene limitaciones”, dice.
“Igual está bien verlo como una oportunidad económica pero para preparar productos buenos se necesita buena preparación”.
Los usos de cannabis en nuevos públicos a través de productos cosméticos y gastronómicos son la puerta de entrada para nuevos clientes y una propuesta de larga data del activismo cannábico ecuatoriano.
En general, al tratar sobre aplicaciones de cannabis es innegable que, para ciertos clientes, el impacto visual de un porro se puede diluir si el cannabis cambia su presentación y ahí está uno de los principales poderes de nuevos formatos y consumos.
El éxito continuado y futuro de la cultura y del negocio depende de la adopción de procesos de estandarización de dosis y mediciones exactas de extractos y del mejoramiento de los métodos de extracción. No solo se requieren mejores productos. Consumidores más exigentes y con criterio sobre la calidad del cannabis y los efectos de las diferentes formas de consumo son clave para el avance de la cultura.