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Tres Décadas Valiendo… pt. 1

 

La gente no ejercita crítica actualizada porque el discurso político y mediático, desde hace más de 40 años, es el mismo: las drogas son el enemigo. A la gente no le gusta pensar. A mi me costó años que mi mamá entienda y eso porque le tengo cariño para explicarle porque es mi mamá y me doy la molestia de decirle “mira esto” o “acompáñame a esta conferencia”.

Si les mentimos a los niños desde pequeños y les prometemos que se convertirán en una especie de hombre lobo si prueban drogas ilegales en su adultez, ¿cómo van a confiar en el discurso de la autoridad? Es ridículo.

A mí me parece muy problemático el discurso de “vamos a ir mejorando de a poquito”. Cuando salió el artículo de la Constitución sobre la no criminalización del consumo de sustancias ilegales en 2008 junto a la famosa tabla del CONSEP, muchos dijeron ¡ah, bravo!, festejemos este logro alcanzado, pero en verdad no se ha logrado nada. Basta revisar las estadísticas de encarcelamiento por drogas para confirmarlo.

La famosa tabla de tenencia del CONSEP es arbitraria, insuficiente y simplemente ridícula, pero es muy difícil que pensemos en alternativas si toda la estructura de prohibición sigue sosteniendo la criminalización por consumo. Además, la tabla no es vinculante, sirve de referencia, pero las sentencias quedan a discreción del juez.

La gente debería poder decidir si se droga o no. De hecho, la gente ya decide drogarse, solo que lo hacen desde la desprotección pues no hay control de calidad, de acceso por edad, no hay espacios seguros para la compra y el consumo, etc. Expuestos al consumo estamos todos, pero es un consumo sin regulación, entonces a veces no sabes qué estás comprando.

Marihuana

Taller de Extracciones de THCity, Quito. 2018 Foto: Oscar Maldonado

Taller de Extracciones de THCity, Quito. 2018.

A mi me parece complicado que se maneje un discurso de intenciones políticas donde es aceptable que solamente la marihuana medicinal tenga un trato especial. Se mantiene el discurso de “un poquito de esto está bien” mientras la enorme estructura prohibicionista se mantiene intacta. Para algunos actores del movimiento cannábico ecuatoriano está muy bien que la cocaína, el bazuco o alucinógenos estén prohibidos, pero la marihuana no. Eso me parece problemático.

Los mismos pacientes que pueden beneficiarse del cannabis medicinal pueden sostener la estigmatización que produce la persecución al uso recreativo y esto puede llevar a restricciones que a la larga van a excluir a personas que se benefician del cannabis como medicina. Es innecesario, extremista y fundamentalmente contraproducente sostener el discurso anti uso recreativo, sobre todo para los mismos pacientes terapéuticos.

Más que hablar de legalizar y regular el cannabis terapéutico, debemos cuestionar seriamente el prohibicionismo, pues la idea de que la prohibición está muy bien, excepto para la marihuana, es algo que hay que repensar. Está bien que hablemos de los graves peligros y las consecuencias del prohibicionismo porque los únicos que van presos aquí son los marihuaneros pobres.

Si crees que está bien legalizar la marihuana pero no la pasta base de cocaína, te toca sentarte a pensar como si fuera método científico, a la Karl Popper, quien planteaba que el método consiste en falsear. Si yo tengo una hipótesis (por ejemplo, que el prohibicionismo tiene efectos sociales nocivos) y quiero verificar si la cosa va por ahí, no se trata de confirmar sino de falsear. Cuando tienes una hipótesis que no puedes falsear, quédate con ella y considérala válida. No está demostrado que el cannabis sea una cosa terriblemente dañina pero sí esta demostrado, al detalle, que el prohibicionismo es fatal pero nadie quiere hablar de eso y pocos en el Ecuador quieren contestar las preguntas duras.

Recibir con actitud de celebración que finalmente se hable sobre cannabis medicinal en la Asamblea es una pendejada completa. A mi personalmente me llaman más la atención las propuestas como el autocultivo protegido por la ley.

Mujeres

Cuando se habla de venta de drogas ilegales, es indiscutible que las mujeres tiene mayor vulnerabilidad a las realidades del expendio de sustancias ilícitas. Sin embargo, no es tan simple como reducir el tema de los usos en la mujer a un tema de género. Es más complejo que eso.

Hay una noción tenaz que perpetúa la idea de que la “débil y frágil” mujer necesita al hombre para que le gestione sus cosas, incluidas las drogas. Igual persiste la idea de que las mujeres empiezan a drogarse por sus parejas pero ese no siempre es el caso y no siempre es tan simple. El pensamiento de que la mujer solo consume por el hombre es falsa. Las mujeres también consumen porque también tienen curiosidad y también les gusta. Hay mujeres que se drogan de manera consciente, tienen pusher propio, no son junkies y siguen con sus vidas.

Es verdad que existen cifras de mayor consumo de alcohol en hombres y tasas más altas de violencia relacionada con el uso de drogas ilegales. Asimismo hay una mayor tasa de decesos por usos de drogas y en general, un mayor índice de consumo de sustancias ilegales en hombres. Puede ser que sí, pero no significa que la mujer esté exenta de responsabilidad y decisión. Hay que tener cuidado de no perpetuar la falsedad de que solo los hombres se drogan y que solo ellos tienes elección a la hora de drogarse.

Es verdad que los hombres consumen más y mueren más, pero eso no quiere decir que las mujeres específicamente consuman por las parejas. Hay mujeres que consumen porque quieren, a veces de manera ocasional y no desarrollan dependencia. Hay otras que sí.

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He trabajado en los últimos años el tema de mujeres que subsisten gracias al microtráfico de marihuana, pepas, cemento de contacto, pasta base de cocaína, etc. en algunas localidades del país. Por ejemplo, hice un estudio sobre mujeres y microtráfico hecho con Parametría y FES ILDIS. Hice una guía de entrevista para conversar con mujeres en todo el país que se dedican a eso. Para mí era importante que sean mujeres que estaban vendiendo al momento de hacerles las entrevistas porque siempre tienes las que cayeron presas o las que acabaron de algún forma en un centro de rehabilitación (rara vez tienes a alguien o puedes hablar con alguien que este vendiendo drogas en ese momento).

Fue interesante porque constaté que algunas empezaron a vender simplemente porque consumían la droga mientras que otras lo hacían porque sus parejas estaban en esto. Sin embargo vi que casi todas acaban hechas cargo de su propio negocio de venta de sustancias y además controlando su propio consumo para sostener el negocio.

Las mujeres que venden están expuestas, aparte de a un montón de violencia machista, a la extorsión de la policía y a la guerra de territorios. La violencia de drogas, muchas veces, no está en el uso ni en los consumidores, sino en el control de territorios y mercados y en la extorsión por parte de la policía.

No veo diferencias marcadas entre las actitudes de consumo de drogas ilegales entre hombres y mujeres, no hay distinciones claras. No obstante, generalmente, los hombres consumen más alcohol, tabaco y otras drogas como cocaína o pasta base.

Medios

En el 2013 se filtró la tabla del CONSEP sobre las cifras de tenencia máxima de sustancias fiscalizadas y la prensa la comunicó antes del anuncio oficial. Un medio filtró la información entonces, al apuro, al gobierno le tocó explicar lo que estaban haciendo. No era solo el tema de la tabla sino una estructura que apuntaba a la legalización del cannabis y que se venía trabajando entre el CONSEP con apoyos ministeriales e incluso de la Procuraduría General del Estado.

Tras la filtración de las cifras de la tabla la Secretaría de Comunicación (SECOM) convocó a una reunión urgente en la que yo estuve por invitación de los cannábicos. La SECOM entró en acción y produjo una campaña con spots donde un preso con sentencia de 12 años por fumar yerba cuenta su trágica historia pero le hacían decir: “yo sé que estuvo mal consumir”. No había ningún momento en ese spot en donde se diga que lo que está mal es que una persona que consume marihuana reciba una sentencia de cárcel de 12 años.

La comunicación de la SECOM —contraria a cualquier discurso o recomendación hecha en esa reunión o en encuentros previos— apuntó a sostener los moralismos que nos mantienen inmóviles desde hace años.

Actualmente, si lees cualquier periódico o cualquier red social, el discurso contra la tabla es muy fuerte. Muchos piensan que con la famosa tabla la gente se droga más, como si antes nunca lo hubieran hecho. Y esto no es necesariamente cierto.

Taller de Extracciones THCITY, Quito. 2018 Foto: Oscar MaldonadoTaller de Extracciones THCITY, Quito. 2018.

Consumo

Cuando regresé de EE.UU. me dediqué el tema de drogas ilegales en Ecuador porque fue evidente que el mayor problema que tenemos en el país con las sustancias ilegales tiene que ver con las políticas que las atienden.

He hecho estudios sobre usos y consumos de drogas ilegales en el país a través de trabajos cualitativos que incluye análisis de los relatos y las representaciones sociales que tenían varios profesores de colegios sobre las drogas ilegales.

Así, por ejemplo, hicimos entrevistas con los profesores de colegios públicos y privados en Quito para saber qué pasa con las drogas ilegales, sobre todo hábitos de consumo dependiendo de la sustancia, y encontramos que muchos de ellos consumen drogas ilegales pero que al final es imposible hablar de eso abiertamente. Casi todos están obligados a sostener un discursos falsos sobre drogas ilegales, los mismos que venimos jalando desde hace más de 40 años.

Algunos profesores silencian mientras ellos mismo usan drogas ilegales, sin que su consumo signifique un uso problemático o patológico. El “escándalo” no es que haya profesores consumidores de drogas ilegales sino que no puede hablarse de eso precisamente en ambientes educativos. Algunos profesores saben que el uso no produce necesariamente adicción, pero eso no lo pueden decir abiertamente en sus lugares de trabajo.

Hay ciertas limitaciones y regulaciones, como no vender a menores de edad, dónde consumir, etc. pero lo mismo podría hacerse con otras sustancias que, en este preciso momento, están abiertamente disponibles a menores de edad, sin control de calidad, sin información específica sobre sus componentes o efectos o antídotos en caso de sobredosis.

Alcohol

Hay drogas avaladas por el estado y drogas prohibidas por el estado. Independientemente de los efectos de una droga, las avaladas pueden promocionarse y venderse libre y legalmente sin límites de cantidad. Ni el Estado ni nadie te dice cuántos litros de whisky puedes comprar. Yo me imagino que si me tomo una botella de tequila sola, moriré.  El alcohol es letal pero nadie controla cuánto compras o tomas.

Cuando eres adolescente y chupas por primera vez, casi siempre hay alguien al lado que de alguna manera te hace coaching y te enseña a beber, te habla de dosis, te agarra el pelo para que vomites en el baño, te da café después de la borrachera o te dice cuándo no hacerlo y porqué. Es decir, hay una sociedad que te enseña a consumir.

No todos quienes bebimos alcohol de jóvenes nos convertimos en alcohólicos porque, siendo el alcohol una droga legal, uno va a prendiendo a vivir con ella y a regularla dentro de la legalidad. Con las drogas ilegales no hay esa oportunidad, muchas veces estás escondido y solo. Sin embargo, hay que tener claro que el uso de drogas ilegales no lleva por si solo al uso conflictivo (abuso, dependencia) sino que ocurre en un porcentaje bajo, alrededor de 10%.

En cambio, el cannabis no ha matado nunca a nadie. Con la tabla capaz te salvas de ser criminalizado si es que tienes menos de 10 gramos. Tenaz. Con drogas como el cannabis, muchas veces nadie te enseña cómo fumar y nadie te advierte cómo te vas a sentir. Además, si la sustancia tiene otras sustancias más peligrosas (como fentanyl en la heroína) la ilegalidad impide que esto se reconozca. El usuario está desprotegido desde la ilegalidad.

Prohibicionismo

En Ecuador, el prohibicionismo en el consumo de drogas ilegales como cannabis, cocaína, pasta base o alucinógenos es un tema muy relevante. ¿Hasta qué punto las políticas prohibitivas han evitado que la gente se drogue y han debilitado las estructuras criminales del narcotráfico? Sabemos ya lo que hace el prohibicionismo de drogas altamente codiciadas como el alcohol, una sustancia ilegal durante un tiempo en países como EE.UU. en el siglo pasado.

La prohibición es increíblemente inescrupulosa y no sirve para que la gente deje de drogarse. Adicionalmente, es obvio para muchos de nosotros que hay autoridades de elección popular que lucran política y económicamente con el prohibicionismo.

Para poder acceder al financiamiento norteamericano para la lucha con las drogas, nos tocó decir que teníamos, como país, un problema de adicción a las drogas ilegales. En parte por eso en los años noventa floreció el gran mercado de las clínicas privadas de rehabilitación del que ya hablamos. En el prohibicionismo va preso el que no tiene para pagar.

2 gramos de marihuana lista para prensar. Talleres THCity Foto: Marcelo Ayala2 gramos de marihuana lista para prensar. Talleres THCity.

Comportamiento

Para mí, las actitudes personales y grupales son un campo fundamental de investigación en el tema de drogas ilegales. Antes de empezar pensaba que era indispensable saber qué piensa la gente en el Ecuador, más allá de los discursos políticos populistas alrededor de las drogas ilegales, sobre todo porque el discurso siempre va hacia “el Ecuador no está preparado”. Quería saber qué piensan las personas de distintos estratos sociales, géneros y edades con respecto a las drogas ilegales.

Le propuse a FES ILDIS hacer las mediciones de actitudes a través de un método llamado Escala Likert, un cuestionario donde se proponen preguntas para especificar el nivel de acuerdo o desacuerdo sobre un enunciado en torno a las drogas con la idea de medir un espectro que vaya desde prohibicionismo total hasta legalización total.

Yo argumentaba que lo primero es saber qué piensa la gente y luego considerar cómo podrían cambiar esas posiciones ante datos X o Y. Pensé que podíamos desarrollar el instrumento para hacer diagnósticos y además hacer experimentación y ver qué pasa cuando se propaga entre la gente los discursos políticos ancianos que emanan de los medios de comunicación y en la política frente a la información fruto de estudios científicos de países que han relajado sus políticas prohibicionistas para saber si eso cambiaba percepciones y actitudes.

Para mi era una idea ganadora. Hicimos la escala pero hubo problemas porque muchas veces nadie quiere pagar el trabajo de nadie, así que ahí quedo y no se qué pasó. Al día de hoy, no es posible saber si hay otro tipo de medición de este tipo hecha en Ecuador.

Generalmente los estudios que tenemos sobre drogas son fruto del trabajo etnográfico, de hablar directamente con traficantes pequeños, de acompañar a los cannábicos a las marchas, de conversar con pacientes de centros de tratamiento de adicciones, de abordar a las personas que deciden sobre política pública de drogas, etc. para saber qué hacen, qué dicen, qué piensan…

Lamentablemente, las percepciones con las que vivimos son el resultado de lo que los medios de comunicación y los políticos nos dicen y no mucho más. Faltan espacios de reflexión como para conocer cuáles son las actitudes e intentar reconstruirlas.

Con todo, la realidad es desalentadora porque la imposibilidad de raciocinio que tenemos es impresionante. Luchamos contra las drogas ilegales como si fueran las únicas responsables de muchos de los problemas derivados pero no estamos ni siquiera dispuestos a leer estudios que apuntan hacia otras direcciones o que plantean evidencia nueva.

Hay un montón de gente a nuestro alrededor que todos conocemos que usan drogas ilegales regularmente, siguen con su vida y nadie se entera. También conocemos a personas con consumos problemáticos que van desde vender las joyas de la mamá para comprar droga hasta internaciones con cuadros psicóticos por uso de cocaína. Claro, sí pasa, pero también hay usos normales así que me parece complicada la costumbre de callar, silenciar y castigar.

Política pública

El CONSEP, la SETED, el Ministerio del Interior… Esa es la triste historia del Ecuador en el tema drogas. Apenas tenemos lo que se le da la gana al gobierno de turno. En el país nunca se ha logrado institucionalizar el abordaje a las drogas pues constantemente se abren y cierran instituciones y procesos y no se logra nada. ¿Quién controla al Ministerio del interior? ¿Quién verifica lo que incautó y supuestamente incineró?

Los políticas públicas y estudios sobre drogas ilegales en Ecuador solo se centran en los ángulos patológicos de las adicciones, es decir, en los problemas, como si eso fuera lo único que existe. El problema no son las drogas sino las políticas que las sentencian.

Cuando estaba en FLACSO quería concentrarme en un inicio en las clínicas privadas de tratamiento de adiciones, que adolecen de legitimidad y nadie controla. Además, en esos lugares está permitido y bien visto privar a la gente de libertad sin sentencia. Sin embargo, no es tan fácil meterse en esos lugares para investigar los tratamientos de adicciones pues ningún comité ético te permitiría hacer una investigación así.

El tema era la exposición a un espacio peligroso. Actualmente no es tan sencillo investigar desde el propio riesgo, entonces surgió desde el mismo CONSEP la posibilidad de hacer trabajo etnográfico en el centro público de tratamiento de adicciones. Muchas de las personas en tratamiento habían pasado por clinicas privadas y corroboraron los hallazgos que ya tuvimos en una investigación sobre clínicas privadas que hice con la Comunidad Andina y la Union Europea.

Esto de no internar a las personas a la fuerza es relativamente reciente pero a inicios de los años noventa, si la policía encontraba a alguien bajo la influencia de drogas (y sin posesión, porque así ibas directo a la cárcel), debían llevarle a algún lugar para tratamiento (Ley 108). La norma generó un mercado de clínicas privadas en las que el tratamiento no se basa en evidencia sino en violencia. Son centros costosos y producen resultados solamente en un 10% de pacientes (la gente que sí se recupera lo hace pese a la clínica y no gracias a ella). Pero no se puede investigar directamente en esos lugares por los riesgos. Así, los centros públicos pasaron a funcionar como lugares donde podía observarse todo aquello que atraviesa el tema: leyes, políticas, representaciones sociales, saberes médicos, etc.

Al final, pienso en la política penal y en los centros de tratamiento de adicciones como una suerte de cárceles privadas operando desde una legitimación del Estado pero que, de todas maneras, no dejan de ser ilegales.

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BIO

Ana Jácome estudió psicología clínica en la Universidad Católica e hizo una maestría en psicología forense en EE.UU. Tiene un PhD en ciencias sociales con especialización en estudios políticos por la Flacso, con estancia doctoral en la Universidad de Cornell, Ithaca, Nueva York. Ha realizado investigaciones sobre política de drogas desde distintas perspectivas. Actualmente es perito calificada del Consejo de la Judicatura y da clases de psicología forense.

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